Los pensamientos son un arma de doble filo, es por ello que, como toda arma o herramienta su uso y técnica debe ser conocida antes de ser utilizada. No solo ello, sino también saber cuando hacer uso de ella. El Pensamiento generado por el miedo generalmente lleva a la petrificación del cuerpo (hablando en sentido figurado) dejándolo inmóvil, sin capacidad de moverse.
En ese estado anterior surgen más pensamiento generadores de pánico, fungiendo de catalizador en el proceso de petrificación de este; volviéndose así en una bola de nieve que termina llevándose todo por delante, bola que surgió de un pequeño pensamiento al cual se le alimento con fervor desde su génesis. Esos círculos siempre han de ser cortados desde el principio evitando todo ese conflicto. Por lo tanto:
Cuidemos lo que pensamos, pensemos bien lo que cuidamos.
A pesar de todo lo que nos suceda, siempre debemos alimentar la voluntad de reponernos, de seguir adelante, de no dejar que toda esa vorágine de pensamientos e inacciones nos quiten nuestra mira de los objetivos. Siempre que se tenga aliento y ganas se puede salir de donde se este, siempre se puede encontrar la forma de reponerse. Los tropiezos en la vida nos dejan muchas enseñanzas y gracias a ello podemos decir:
“Aquí estoy, sigo vivo y consigo lo que deseo“.
That’s it!
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